La ardilla con la cola pelona
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La buscaba, pero ya no la encontré más: la ardilla con la cola pelona. Por fin me quedé en la puerta cerrada de los Viveros de Coyoacán y miré por un tiempo por la larga alameda de árboles que se perdió al otro fin del parque en un verde indeterminado.
Los árboles formaron, en un silencio vespertino solemno, un túnel largo. Algunas ramas se movieron ligeramente y dejaron entrever que este pulmón verde era el reino de las ardillas.
¿No último saludo, fue esto el presagio de la despedida? ¿Algún día volvería a visitar a estos lugares encariñados: los Viveros, la Plaza Sta. Catalina, el Centro Cultural de Coyoacán? ¿Al campus de la UNAM, las memorias a Hidalgo 92?
De vuelta al métro, pasando por el ‘café en la vereda’, por debajo del puente de la autopista, atravesando por el Centro Comercial. ¿También fue el fin de las pretensiones, el fin de un rodeo y descamino?
México, junio de 2011