La bienvenida de las ardillas
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Cuando andaba por el túnel largo de árboles de los Viveros, parecía que todas las ardillas se acercaron a mí, para saludarme (o tal vez esperaban que les diera algo para comer). Solamente la ardilla con la cola pelona ya no pude encontrar más.
Sin embargo: ¡que bienvenida! Y que contraste con los hombres que no querían conocerme más, los mediocres, eslavos voluntarios del sistema que escogieron. Han sido unos diez días de trabajo bastante técnico, lleno de encuentros inspiradores en la ‘Casa González’, de volver a ver estos lugares preciosos que tanto me encantan.
México, junio de 2012